martes, 5 de mayo de 2015

¿Será qué nada cambió?

Ya pasadas las 7:30 a.m; lista, con nervios y muy intrigada, me disponía a partir rumbo al campo. Dentro de mí, había un millón de sensaciones contrapuestas que hacían eterno mi recorrido. Me invadía un sentimiento extraño que hacía que recordase mis años en la escuela primaria.
Al llegar a la escuela mis sentimientos se hacían cada vez más fuertes y a la vez iban invadiendo el miedo y la intriga, ¿qué íbamos a hacer? ¿Cómo nos recibirían? Y sobre todo ¿le caeríamos bien a la seño y los niños?
Hasta ese momento todo marchaba bien, izaron la bandera y en forma ordenada entraron al aula, allí la seño me presentó y comenzó con la clase. Mientras, muy amable, me contaba cómo era el trabajo, como se manejaban en la institución y demás cosas relacionadas a la escuela.
Ya próximos a las 10 hs la seño indicó la salida al recreo y con una taza de café calentito me invitó a  recorrer la escuela ¡Otra vez lo familiar!, el salón de fiestas, la casita para la maestra, ¿será que nada cambió? En el patio los niños jugando juntos sin importar las edades, recordar los recreos de mi época, ¡eran iguales! ¿Cómo puede ser? Se sentía la sensación de algo nuevo y a la vez familiar, todo era tan parecido.
¿Será que las escuelas rurales por estar en ese contexto son todas parecidas? La verdad, en ese momento no podía responder a mí pregunta, el asombro me ganaba.
Transcurrido el recreo el miedo había desaparecido, así que al entrar de nuevo al aula la mañana tomó un tono diferente, ya los niños se disponían a mostrarme  sus cuadernos y carpetas, y tal vez por ahí una vocecita tímida hacia una pregunta.
Al reflexionar sobre esto, me doy cuenta que los chicos siempre estuvieron dispuestos a acercarse, sólo que mi miedo no los dejó.

Al finalizar el día escolar su ternura me desbordó y me hizo estar más segura que nunca de la carrera que estoy haciendo. Ésto fue cuando al bajar la bandera los niños saludaron a la seño y me dijeron “chau seño nueva”, esas palabras tan simples pero cargadas de sentimientos, te hace querer ser, con mayor entusiasmo, una futura mejor docente.

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