jueves, 30 de abril de 2015

Un camino de incertidumbres


Vuelvo del acto público, como todos los lunes. Imaginando, como siempre, que en lugar de elegir la docencia, soy una escritora prestigiosa o que tengo una profesión más importante o, al menos, con una inserción laboral más rápida, como ingeniera electrónica. Me pregunto en qué momento realicé el paso que me desvió para siempre de esa carrera. Es inútil, fue hace mucho tiempo. Mejor me pregunto, por qué no soy una escritora prestigiosa, que en este momento podría estar viajando en avión por el país, dando conferencias sobre su última publicación en vez de volver a la casa de mis padres en bicicleta y sin un curso bajo el brazo.

Mi principal objetivo es recibirme y dedicarme a la enseñanza por que la considero una profesión muy interesante y valiosa. He dado clases particulares y me resultaron muy gratificantes. El aula debe ser igual, pero de forma múltiple, me genera interés y ansiedad averiguar de qué se trata. Hace rato que se me había ocurrido la idea, aunque nunca me animé a concretar el proyecto porque me daba un poco de vértigo. Voy a armar un taller de escritura.

Aquí comenzó este camino lleno de incertidumbres. No hay certezas, sino preguntas que derivan a más preguntas:

¿Qué voy a hacer?, ¿cuál es mi propuesta?
¿Para quienes?, ¿a quiénes va a estar dirigido?
¿Cómo?, ¿qué actividades voy a llevar adelante?
¿Para qué?, ¿cuáles son mis objetivos?


Necesariamente tengo que definir algunas cuestiones para poder avanzar, aunque lo que encuentre adelante sean más y más preguntas.

Primeras respuestas: Voy a proponer un taller de lectura y escritura destinado a chicos de 15 a 20 años. A esa edad están terminando la escuela y los que tengan la posibilidad empezarán una carrera en el nivel superior.

Este taller tiene como objetivo que sus participantes desarrollen habilidades de lectura, produzcan textos entendiendo la escritura como un proceso y que reconozcan estructuras básicas de una variedad de géneros. Quiero ofrecerles algunas herramientas para orientarlos y motivarlos encausando las ideas que tengan.

Una semana más tarde, el director de la biblioteca me llamó, no pensé que iba a ser tan rápido, me pidió que elija algún día para empezar el taller y que el mes que viene se iniciarían los encuentros.

Estuve muy motivada con esta noticia, enseguida resolví el aspecto publicitario de mi proyecto y me puse a pensar en cómo sería el primer encuentro. Así, me encuentro con más incertidumbres, de nuevo comienzan las preguntas. ¿Quiénes irán?, no conozco el grupo, no sé frente a quienes voy a estar. Esta situación me desorienta un poco. Entonces, entiendo y asumo que después de la primera reunión voy tener que redefinir mis objetivos, porque no me alcanza con saber las edades, necesito saber cómo son, qué intereses tienen, qué están dispuestos a hacer.


No hay comentarios:

Publicar un comentario